top of page

A mi vida  ¿cómo le cambio la inercia?

La conducta humana es igual a una locomotora que viene encarrerada: su peor enemigo es la inercia. Nuestra conducta, repetida a lo largo de mucho tiempo, adquiere una inercia equivalente y por ello nos es sumamente difícil frenar un hábito que no es conveniente o cambiar una forma de actuar por otra que sea más favorable.
Esta inercia es un sesgo conductual identificado que hace mella en nuestro comportamiento financiero.

 

Si estoy en una dinámica donde mi ahorro es reducido, es esta inercia la que -aun teniendo conciencia de que me genera un perjuicio de largo plazo- me impide empezar a hacerlo.
Reconociendo que evidentemente un problema estructural del ahorro lo constituye el hecho de que el salario real en México ha sufrido un muy fuerte deterioro desde hace casi tres décadas, es evidente que una parte importante de la población que podría generar un ahorro de mayor o menor nivel no lo hace.

 

En cierto sentido, preferimos inconscientemente el perjuicio de no tomar una decisión que el riesgo inherente a tomar expresamente una decisión financiera. En el segundo caso, la responsabilidad es directamente nuestra, mientras que en el primero podemos atribuir el daño a “la mala fortuna”. Así, si en mi vejez mi situación financiera es complicada, no fue por algo que hice, sino porque el entorno “no fue favorable”.
 

Un segundo elemento es que frenar una conducta implica, en la mayoría de casos, comprometerse con otra. Y ese compromiso generalmente tiene un freno conductual porque a las personas se nos dificulta iniciar un nuevo hábito -particularmente, los que resultan favorables- porque implican un cierto grado de compromiso o incluso sacrificio y sus recompensas son de largo plazo. Mientras que por el otro lado, muchas conductas negativas tienen recompensas de corto plazo.


Por ello, ante el miedo al fracaso, demoramos la decisión de cambio de rumbo o de freno de la conducta negativa. Si gasto mucho, tomar la decisión de ser más austero me quita la recompensa de corto plazo y me compromete a una conducta de ahorro que es complicado sostener en el tiempo.
Un tercer elemento lo constituye el que, ante un cambio de entorno que hace que nuestra conducta ya no sea adecuada, somos reacios a adoptar nueva información y tendemos a juzgar las cosas bajo enfoques que conocemos pero ya no son aplicables.
¿Qué podemos hacer para ayudar a romper estas inercias en lo financiero?


• Reconocer nuestra responsabilidad individual en los temas que nos son relevantes. Siempre podemos encontrar razones para no hacer las cosas que nos convienen, pero en la intimidad de nuestra conciencia sabemos cuándo estamos dejando de hacer algo en nuestro provecho o de nuestra familia.


• No esperar el momento oportuno para iniciar. No existen mejores momentos para iniciar un cambio de conducta. El mejor momento es de inmediato.


• Generar compromisos con cierto grado de obligatoriedad. Los mecanismos de ahorro de contribución definida ayudan a mantener una disciplina.


• Establecer objetivos de corto plazo que nos permitan medir el cumplimiento gradual. Metas de ahorro mensual o trimestral irán creando el ahorro que requiero. Si logras cambiar de rumbo y repetir la nueva conducta, paulatinamente, ésa también será un hábito.

Si usted ya llego hasta este punto le pido que no ignore este conocimiento y  tome acción hoy, recuerde que el reloj está corriendo.



konsultplan@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

bottom of page